Cultura | Duelo en la literatura

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Murió Abelardo Castillo

Considerado un formador y exponente de la literatura argentina del siglo XX, el autor de Crónica de un iniciado falleció el martes, a los 82 años. Por su obra recibió el Primer Premio Municipal y el Segundo Premio Nacional de Literatura, además de ser galardonado con el Premio Casa de las Américas en 1961. En 2014, obtuvo el Premio Konex de Brillante por su trayectoria. Por Belén Sosa Buenos Aires, 5 de marzo de 2017. Abelardo Castillo, uno de los escritores más relevantes de la literatura argentina, que abordó todos los géneros literarios y dejó la huella de su compromiso social y político en revistas literarias como El escarabajo de oro, El ornitorrinco y El grillo de papel, murió el martes a los 82 años en la Ciudad de Buenos Aires, donde había nacido en 1935.

Castillo murió debido a una infección intestinal que sufrió luego de una cirugía a la que se había sometido en las últimas semanas, informaron allegados al escritor.

Defensor del relato breve, pero también autor de novelas como El que tiene sed y Crónica de un iniciado y de obras de teatro como Israfel, fue un escritor fundamental de la segunda mitad del siglo XX en nuestro país y consideraba que el escritor es ante todo "un inmoderado por naturaleza, un rebelde".

Castillo había nacido en Buenos Aires el 27 de marzo de 1935, pero a los 11 años se trasladó con su familia a la ciudad costera bonaerense de San Pedro, que para él fue su "lugar afectivo", donde vivió hasta los 17 años, y en 1952 regresó a la capital del país.

Fue un escritor que logró el reconocimiento temprano de su capacidad como cuentista, al obtener a los 24 años el primer premio del concurso de la revista Vea y Lea, cuyos jurados fueron Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y Manuel Peyrou.

El autor además esparció su talento por la dramaturgia, un género que le deparó múltiples reconocimientos: en 1964 la obra de teatro Israfel, estrenada en 1966 con el protagónico de Alfredo Alcón, donde homenajea a Edgar Allan Poe, recibió el Primer Premio Internacional de Autores Dramáticos Latinoamericanos Contemporáneos del Institute International du Theatre, Unesco, París (Francia).

En su penúltima obra, Diarios (1954-1991), publicada en 2014, desmenuzaba su vocación por las letras que irrumpió tempranamente en su vida, así como su empecinamiento por persistir en ese intento, y el retrato de una época inolvidable de la literatura argentina. El segundo volumen de su "diario" aparecerá en las librerías este año.

A fines del año pasado haría su última publicación, a través de la editorial Alfaguara, con Del mundo que conocimos, una antología personal de sus cuentos, elegidos y prologados por el autor que rescata después de su larga y fructífera carrera literaria de décadas. Esta selección del cuentista funciona como una suerte de mapa íntimo que abre con el ya clásico La madre de Ernesto y contiene textos como Las otras puertas, Patrón, Los ritos y Las panteras y el templo.

Realizó numerosas colaboraciones periodísticas y también se abocó a la dirección de talleres de creación literaria. En 1961 obtuvo el premio Casa de las Américas por los cuentos de Las otras puertas, género que continuó con Cuentos crueles (1966), Los mundos reales (1972), Las panteras y el templo (1976), El cruce del Aqueronte (1982), Las maquinarias de la noche (1992) y Cuentos completos (1998).

La narrativa de Abelardo Castillo evolucionó de un realismo de signo existencial y comprometido social y políticamente en la línea de Jean-Paul Sartre a una mayor estilización que lo acerca al expresionismo; sus argumentos colocan a menudo a los personajes en situaciones límite envueltas en un denso fatalismo.

Galardonado con numerosos premios –entre ellos, el Konex de Brillante como la figura más importante de la última década de las letras argentinas– y reconocido por su destacada tarea como formador de escritores, la obra de Abelardo Castillo fue traducida a 14 idiomas, entre ellos el inglés, francés, italiano, alemán, ruso y polaco.

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