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El Luna Park no se vende

Buenos Aires, 25 de agosto de 2017. El mítico estadio es
administrado por el Arzobispado de la Ciudad, que recibió una oferta de un
grupo empresario para desarrollar un emprendimiento inmobiliario. "No se
vende". Simple y categórica respuesta sobre un fantasma que reposó en las
últimas horas sobre uno de los míticos emblemas de la ciudad de Buenos Aires:
el Estadio Luna Park.



En el medio de movidas y operaciones inmobiliarias dignas de
un juego de ajedrez, un grupo empresario europeo, del cual no trascendió el
nombre, dejó al descubierto la versión sobre un real y concreto interés de
compra del estadio. Incluso le pusieron un número a la transacción: 45 millones
de dólares. Esta versión generó una ola de tensión en la Iglesia y en el seno
del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.



Desde el 2013, el Luna, sinónimo inobjetable de la vida
cultural y deportiva de la historia porteña quedó en manos de la Iglesia Católica,
producto de una decisión de quien fuese en vida dueña mayoritaria de la
sociedad propietaria del estadio. Ernestina de Lectoure falleció a los 95 años
en febrero de 2013 pero antes de partir dejó constancia escrita y legal de su
deseo: ceder en partes iguales a Cáritas y a la Iglesia la operación comercial
del estadio, que quedó bajo administración del Arzobispado de la Ciudad de
Buenos Aires.



El Luna Park  fue
declarado monumento histórico nacional en 2007 y eso dificulta aun más su
venta, o evita al menos que se ejecute como algo antojadizo. Cualquier decisión
sobre el destino del Estadio debe ser autorizada por la Comisión Nacional
de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, que depende de la Secretaría de
Cultura de la Nación e incluso debe dársele curso a la Legislatura de la Ciudad
de Buenos Aires.



La información, publicada el fin de semana pasado por el
diario Perfil, daba cuenta de la intención de este grupo empresario europeo,
sin presencia en la Argentina, de construir sobre el terreno de la calle Bouchard un
edificio de oficinas de 20 pisos de altura que permita sumarse al corredor
inmobiliario que generará la construcción sobre la última parte de Puerto
Madero. Si la venta se concretara, los nuevos dueños deberían mantener la
fachada y la famosa zona del "ring side". El actual Luna Park se
transformaría en una cáscara recordatoria.



Consultados por el diario Infobae, en el Arzobispado de
Buenos Aires explicaron que "siempre hay interés por los terrenos del
Estadio" y que la intención de compra es algo común. "Todo el tiempo
se acercan propuestas y ofertas, solo que algunas trascienden y otras no. La
venta del Luna no está en los planes. Casi te diría que es imposible que la
Iglesia ceda su potestad sobre el estadio en algún momento", sostuvo una
importante fuente eclesiástica. También la abogada Silvina Rebechi,
integrante del área legal del Arzobispado de Buenos Aires, negó rotundamente la
operación."Es una noticia falsa, no existe posibilidad de venta porque el
edificio no está a la venta", aseguró a la revista Apertura.



La noticia puso en alerta al Gobierno de la Ciudad de Buenos
Aires. El jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, envió a emisarios
oficiales a que comuniquen con las autoridades del Arzobispado para aclarar las
intenciones sobre la
operación. El
propio cardenal Mario Aurelio Poli se encargó
de solicitar que se aclare que la venta del Luna "no es posible". En
la Arquidiócesis explicaron a la prensa que la oferta existió y que hubo
reuniones con los representantes de los interesados en comprar, pero que fueron
en carácter "informal" y solo como un gesto de "respeto",
como se hace con todas las propuestas.



A todo este entuerto se le suma un detalle no menor, se pudo
saber que el propio Santo Padre, al enterarse de las versiones, le ordenó a la
conducción porteña "la prohibición de cualquier tipo de negociación".
El no rotundo de Francisco tiene dos motivos. Uno social, vinculado a cómo
explica la Iglesia recibir millones de dólares de la especulación inmobiliaria
y otro más delicado, que es la relación que Francisco tenía con Ernestina de
Lectoure.



El ruido de venta del estadio por
el que pasaron Frank Sinatra, The Doors o Deep Purple; el cantante Julio
Iglesias y el tenor Luciano Pavarotti; donde llegó a la gloria el Potro
Rodrigo, dejaron su marca las palizas de Monzón que enmudecieron al boxeo o que
albergó el casamiento de
Maradona en 1989
, movilizó a un grupo de vecinos a la creación de
una cadena en Change.org bajo el lema "Salvemos al Luna". En apenas
unos días reunió más de dos mil firmas.



SOCIEDAD  POR UN VALOR
CERCANO A LOS US$ 45 MILLONES



Junto con el Obelisco y la avenida Corrientes,
el Luna Park es una de las inconfundibles postales urbanas porteñas. Fue
escenario de grandes movidas deportivas, políticas y artísticas desde que abrió
sus puertas en 1931, de la mano de los empresarios Ismael Pace y José Lectoure.



Ahora circularon rumores de que un grupo inversor hizo
planes de construir en el lugar un edificio de oficinas y el valor de venta
podría llegar a los US$ 45 millones, calculados tomando el valor de incidencia
de US$ 1.500 el metro cuadrado que rige en la zona del Bajo porteño. Si bien en
otros momentos se evaluó vender el Luna Park para que siguiera funcionando como
estadio, esta última idea es la que más se aproxima al proyecto que se analiza
por estos días, tanto en las oficinas de la curia metropolitana como en
Bouchard al 400. La operación va ligada a la venta de los últimos terrenos de
Puerto Madero. Los desarrolladores aseguran que ésta será una nueva área de
oficinas de la Ciudad, al estilo Catalinas.



El plan apuntaba a erigir en ese predio un edificio de 30
mil metros cuadrados que tendría entre 15 y 20 pisos de altura. La cantidad de
pisos se relaciona con la altura del CCK, límite de la edificación en alto
vigente para esa parte de la Ciudad. “La propuesta es fehaciente y las
conversaciones avanzan a paso firme”, aseguraron días atrás fuentes cercanas a
la operación, antes de que llegase la desmentida.



Para sortear este escollo de tratarse de un monumento
histórico nacional, los desarrolladores analizaron dos alternativas a la hora
de encarar su posible construcción. Una sería mantener en pie las cuatro
fachadas del Luna Park, es decir, las de Corrientes, Bouchard, Lavalle y
Madero, y levantar la torre en el centro. Algo similar a lo que se hizo con el
edificio de Telefónica Argentina que está en Azopardo al 700. La otra alternativa
que se barajó, en tanto, apuntaba a erigir el inmueble sobre la estructura del
estadio. “Sería una pena que lo demuelan”, dijo el sobrino de Tito
Lectoure. 



Entre los motivos que llevarían a la venta del inmueble por
parte de la Curia, el de mayor peso tiene que ver con la poca rentabilidad que
se obtiene del clásico palacio de deportes. Esta situación obligaría al
Arzobispado a desembolsar dinero para mantener su funcionamiento. Otra razón
tendría que ver con los espectáculos musicales masivos –en especial los de
rock– que allí se desarrollan. Fuentes cercanas a la operación afirman que “la
Iglesia no quiere correr riesgos con eventuales incidentes que pudieran
producirse en algún recital”.



Desde fines de 2013, la Iglesia católica administra el 100%
del paquete accionario del Luna Park. Ernestina Devecchi, tía de Tito Lectoure
y dueña de las acciones, legó el 95% de éstas mediante su testamento a Cáritas
Argentina y a la
Sociedad Salesiana
de San Juan Bosco. Pocos meses después de
la muerte de Ernestina, el Arzobispado de Buenos Aires adquirió el 5% restante,
que estaba en manos de la familia de Juan Carlos “Tito” Lectoure, representado
por su sobrino Esteban Livera. “Las opciones que teníamos eran dos.
Desprendernos de esas acciones o entablar una batalla legal contra la Iglesia,
que sabíamos que iba a ser casi imposible ganar”, afirmó el ex adscripto a la
gerencia del Luna. Todo se resolvió luego de una serie de idas y vueltas entre
los socios minoritarios y la Iglesia, en la que intervino hasta la Inspección General
de Justicia.



Ernestina no tenía descendientes y falleció el 9 de febrero
de 2013, tras una larga enfermedad. “No estoy al tanto del proyecto, pero no me
llama la atención que la Iglesia quiera vender el Luna Park. No es una empresa
que dé plata, al contrario. Imagino que muchas veces tuvieron que desembolsar
dinero para mantener su funcionamiento”, asegura Esteban Livera, último
referente de la
familia Lectoure
en trabajar en el tradicional estadio
porteño. Tras su polémico alejamiento de la mítica empresa familiar, envuelta
en una disputa con los socios mayoritarios y el apoderado de Devecchi que
incluyó hasta una denuncia penal, Livera habló en exclusiva con diario PERFIL.



“Desde que me echaron del Luna, no tuve más contacto con nadie
de allí. De todas maneras, no creo que sea fácil venderlo ya que es monumento
histórico nacional y eso juega en contra de posibles negocios. Lo único que
espero es que no lo demuelan, sería una pena”, agregó, consternado, el sobrino
directo del principal referente del lugar, Tito Lectoure. Su madre era la
hermana menor del empresario fallecido en 2002.



Instalado desde hace unos meses en un campo de su propiedad,
Livera tiene gratos recuerdos de los momentos vividos en el Luna Park junto a
su tío y a Ernestina. “Entré como aprendiz de todo, bien de abajo, y terminé
como coordinador de todas las actividades que se llevaban a cabo allí”, contó
el joven empresario. “Fueron años de mucho trabajo. De ganancias, pero también
de pérdidas. A pesar del imaginario de la gente, el Luna no es una mina de oro.
Parece, pero no lo es”, aseguró.



 


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