Información general | Se pierden 300 toneladas diarias de residuos

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Reciclables despediciados

Muchas cosas que ya no se usan, se pueden reciclar. Sin embargo, en la ciudad de Buenos Aires 297,5 toneladas diarias de estos materiales terminan en contenedores de residuos que tienen como destino final el relleno sanitario de José León Suárez, en el que la ciudad entierra volúmenes de desechos por encima de lo que establece la ley.Diez años después de la Ley de Basura Cero, la ciudad tiene cero en reciclado. Por Joaquín Ramírez Souto
Buenos Aires, 22 de setiembre de 2017. Hay residuos que ya no deben ser considerados basura. Papeles y cartones que se venden a $2,60 el kilo, botellas plásticas que cotizan arriba de los $5 el kilo y vidrios y metales que tienen compradores asegurados.

Sin embargo, en la ciudad de Buenos Aires 297,5 toneladas diarias de estos materiales terminan en contenedores de residuos que tienen como destino final el relleno sanitario de José León Suárez, en el que la ciudad entierra volúmenes de desechos por encima de lo que establece la ley.

El detalle de los residuos reciclables que aún se descartan fue elaborado por el Instituto de Ingeniería Sanitaria de la UBA y la Ceamse. Si bien en los últimos cuatro años aumentó el volumen de basura domiciliaria que se reutiliza, existe un desperdicio que permitiría que la tasa de reciclaje que alcanza la ciudad, del 26%, escale al 33%.

Hoy, de las 4200 toneladas diarias de desechos domiciliarios se recuperan 1100, entre la recolección que hacen las cooperativas de cartoneros, las alternativas que generó el gobierno porteño para que los vecinos tiren los reciclables y el aprovechamiento que se hace en el mismo relleno sanitario. 

Más allá de estos números, que indican una mejora respecto de unos años atrás, el mecanismo diseñado en el año 77 para intentar “resolver” el problema de los residuos sólidos urbanos, el enterramiento en el CEAMSE, está agotado y no puede continuarse. 

Como editorializaba La Nación el 15 de noviembre de 2012 “Cuando en enero de 2004 se cerró el relleno sanitario de Villa Dominico, en Avellaneda, porque ya no podía recibir más basura, la ciudad y la provincia de Buenos Aires tuvieron el primer indicio de que todo lo que iba a venir después no sería menos problemático ni caótico. Sin embargo, pasaron más de ocho años y aún no se ha encontrado una solución para las 14.250 toneladas de residuos que ambos distritos producen diariamente.”

Tan agotado es, que los porteños contamos desde 2005 con una normativa, la Ley 1854, llamada de “Basura Cero”, con metas programadas de reducción paulatina de los desechos que se enterrarían en los vertederos, recolección diferenciada de residuos, generación de plantas de reciclado e integración de los recicladores urbanos a la tarea de recuperar los residuos. Reducir, recuperar y reciclar eran los tres objetivos convergentes de una norma de avanzada que, de haberse aplicado, hubiera mejorado notoriamente el panorama en pocos años. Pero claro, el diablo metió la cola. Sancionada en noviembre de 2005, tuvo que esperar hasta mayo de 2007 para contar con su reglamentación. ¡Un año y medio!

Aún así, comenzaron a realizarse algunas de las directrices de la Ley 1854. “A partir de 2007, el Gobierno de la Ciudad, en el marco de una readecuación del contrato vigente con la empresas concesionarias del servicio, implementó un programa de disposición inicial selectiva para la posterior recolección diferenciada de los residuos según dos fracciones: húmedos y secos, utilizando un sistema de contenedores…” 

Por entonces 12.000 contenedores estaban emplazados en diferentes barrios de la ciudad, seleccionados por su baja densidad poblacional y poco tránsito. Algunos de ellos, los de tapa color naranja, fueron reservados para receptar residuos secos, destinados a su recuperación. Las empresas los recolectaban de manera diferenciada y, por pocos meses, la iniciativa fue un éxito. Los vecinos separaban los residuos que depositaban, los camiones los recolectaban de igual manera y los residuos secos llegaban a las plantas de tratamiento sin “contaminación” (de basura húmeda, se entiende). Estos datos fueron tomados del mismo informe citado.

Pero en eso llegó Macri. El heredero de MANLIBA tiene en sus genes que el negocio de la basura es enterrarla (pero lejos de donde vive la gente como uno). “No sólo no se continuó con la evaluación del funcionamiento del programa, sino que además literalmente se abandonó la implementación, no se continuó con la difusión ni se supervisó el funcionamiento de la separación en origen y la posterior disposición inicial selectiva en cada uno de los barrios”, evaluaron las organizaciones mencionadas.

Las metas comprometidas en la reglamentación de la Ley se fueron olvidando. Veámoslas en detalle. El artículo 6º del Decreto 639 del 2007 , firmado por Jorge Telerman, que reglamentó la ley de Basura Cero, dice textualmente: 

Art. 6°.- Establécese como línea de base para la determinación del cronograma de reducción progresiva de la disposición final de los residuos sólidos urbanos recolectados por el Servicio Público de Higiene Urbana en el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aries, la cantidad de UN MILLÓN CUATROCIENTAS NOVENTA Y SIETE MIL SEISCIENTAS CINCUENTA y SEIS (1.497.656) toneladas. La cantidad de toneladas máximas a ser dispuestas en rellenos sanitarios, son las detalladas a continuación…” Año 2010, 1.048.359. Año 2012, 748.828. Año 2017, 374.414.

El decreto contenía un detallado programa de acciones conducentes al logro de las metas establecidas que abarcaba una primera etapa de disposición final selectiva y recolección diferenciada de residuos secos y húmedos y proseguía con la separación en origen de secos y húmedos. Establecía también mecanismos de recolección diferenciada de residuos especiales (restos de demoliciones, neumáticos, aparatos eléctricos y electrónicos, pilas y baterías, muebles en desuso, entre otras). Nada de esto se cumplimentó. Por el contrario, la ciudad aumentó año tras año el volumen de residuos que remitió a los rellenos sanitarios de CEAMSE. 

El incremento fue una de las consecuencias (un daño colateral, dirían los estrategas militares) del crecimiento económico registrado por el país en el período, expresado en una expansión consistente y continua de la capacidad de consumo de los habitantes de Buenos Aires (y por la tanto, en un aumento de su posibilidad de generar desechos). Esto no sólo ocurrió dentro de los límites de la Ciudad Autónoma. También sucedió en todos los municipios del conurbano. 

Pero además fue el resultado de una gestión que infringió la ley que debía hacer cumplir y miró para otro lado. La misma que en diciembre de 2012 todavía reclamaba porque la Nación no autorizaba la ampliación de los rellenos sanitarios, avanzando sobre Campo de Mayo. Como resultado de esas acciones, si la ley de Basura Cero determinaba para este año un máximo de 374.414 de toneladas anuales a enterrar, aún con los programas de reciclado puestos en marcha por Larreta en los últimos cuatro años, la ciudad mandará al CEAMSE este año arriba de un millón ciento treinta mil toneladas. Todo un despedicio.


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