Información general | En vez cumplir la ley, quieren cambiarla
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Vuelve la quema
Después de haber hecho poco y nada para cumplir las metas establecidas por Ley de Basura Cero, durante los diez años que llevan en el gobierno, el PRO se propone ahora modificarla para volver a quemas los residuos, bajo el nombre de "termovalorización". Una historia con final anunciado para una gestión que siempre hizo de la basura puro marketing y un negocio para los amigos.
Por Joaquín Ramírez Souto
Buenos Aires, 13 de abril de 2018. Ninguna organización ecologista lo avala, pero tampoco los recuperadores urbanos, los únicos que hacen algo en serio y sostenido para recuperar los residuos, muchas veces con el gobierno en contra. Además ellos ven amenazada su única fuente de ingresos. Por eso, hoy realizaron al mediodía una movilización para oponerse a la modificación de la Ley de Basura Cero. La Federación de Cartoneros/as, Carreros/as y Recicladores/as convocaron a la "Movilización Cartonera por el Reciclaje" con el objeto de manifestar su oposición al proyecto que busca modificar la #LeydeBasuraCero (Ley 1854) y volver a permitir la incineración en la Ciudad de Buenos Aires.
El Director del Observatorio Ambiental de la Defensoría del Pueblo, Elio Brailovsky también se refirió al proyecto que busca modificar la Ley de Basura Cero y permitir la incineración en la Ciudad de Buenos Aires. Dijo que "Es una política de negocios". Brailovsky, profesor Consulto de la UBA, relató todas las políticas públicas que aún son necesarias para resolver el problema de la basura de forma ecológica y sin afectar la fuente de trabajo de los cartoneros y cartoneras en la Ciudad en un reportaje que reproducimos más abajo.
La capital de Argentina está desbordada por la basura. Nadie la quiere cerca pero cada vez habrá más, porque los planes para incentivar la reutilización y el reciclaje no han dado el resultado esperado por la falta de impulso oficial. Ahora, la novedad es que las autoridades proponen una vieja solución: quemarla.
La iniciativa enfrenta un obstáculo complicado de superar. La incineración de basura está prohibida por ley, debido a su impacto nocivo sobre el ambiente y la salud de las personas. Pero como los depósitos donde se entierra la basura están desde hace años sobre el límite de su capacidad, el gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires pidió formalmente el 23 de marzo a la Legislatura local que derogue la prohibición.
"Más allá del impacto en el ambiente y la salud de la incineración, nuestro temor es que se deje de apostar al circuito de recuperación de basura, que apenas es incipiente en Buenos Aires. Es evidente que a las plantas incineradoras hay que abastecerlas", afirmó la activista Cecilia Allen, de la Coalición Ciudadana Anti Incineración.
Se trata de una de las más de 50 organizaciones sociales y ambientales que le pidieron a la Legislatura que se rechace el proyecto el martes 3, el mismo dia en que los diputados comenzaron a discutirlo en comisiones de trabajo.
El petitorio fue firmado también por decenas de personas individuales, entre ellas Adolfo Pérez Esquivel, el activista de los derechos humanos que en 1980 recibió el Premio Nobel de la Paz por su denuncia de la última dictadura militar (1976-1983).
Mientras tanto, ese mismo día militantes de la organización ecologista Greenpeace colgaron en el frente de la Legislatura una gigantesca bandera que rechaza la quema de basura, luego de trepar por las paredes del histórico edificio en el centro de Buenos Aires, donde hace 70 años tuvo su oficina Eva Perón.
La basura porteña en números
Los datos oficiales muestran que los planes para reducir la cantidad de basura que se entierra, que venían dando módicos resultados, ahora están estancados.
De hecho, en conjunto, el área metropolitana de Buenos Aires mandó a disposición final (enterramiento en el llamado relleno sanitario) 1.101.202 toneladas de basura en 2017, contra 1.094.708 que había enviado año anterior.
A comienzos de este año, la empresa estatal Ceamse, que se encarga de la disposición de basura, hizo público un estudio realizado con la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires, que sostiene que, con el ritmo de crecimiento de población y económico proyectado, las 18.000 toneladas diarias de basura que hoy genera la Ciudad se convertirán en 25.000 en 2030. Pero la situación podría explotar mucho antes: los actuales rellenos sanitarios, alertó Ceamse, colapsarán en cinco años.
La cuestión no es nueva: ya a principios de este siglo comenzó a revelarse como un grave problema para Buenos Aires, una ciudad que tiene unos 3 millones de habitantes y que es la que gestiona el gobierno autónomo. Pero la población llega a los 15 millones si se incluye su área metropolitana, conocida como el Gran Buenos Aires, lo que representa 34 por ciento de los 44 millones de habitantes del país.
En enero de 2004, al cabo de varios años de protestas vecinales por la contaminación y los malos olores, fue cerrado el relleno sanitario de Villa Domínico, ubicado en una zona densamente poblada, a unos 15 minutos del centro de la ciudad. Desde 1978, cuando se inauguró, el relleno había recibido 47 millones de toneladas de basura.
Estas instalaciones se fundamentan en una obra de impermeabilización del suelo donde se deposita la basura, con el objetivo de evitar la contaminación de las aguas subterráneas. Luego del cierre de Villa Domínico, quedaron otros tres rellenos habilitados en las afueras de Buenos Aires, todos objetados socialmente y cerca del límite de su vida útil.
En consecuencia, Ceamse lanzó una licitación con el objetivo de instalar un nuevo relleno sanitario a más de 50 kilómetros de la Ciudad, que fracasó ruidosamente debido al contundente rechazo vecinal en los seis municipios cuyas intendencias se habían interesado en acogerlo, atraídos por los posibles ingresos y fuentes de trabajo.
Apurada por estas circunstancias, en noviembre de 2005 la Legislatura porteña sancionó la Ley de Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos, conocida como Ley de Basura Cero, al ser este su principal objetivo. La norma fijó ambiciosas metas de reducción de los residuos que se envían a disposición final: 30 por ciento para 2010, 50 por ciento para 2012, 75 por ciento para 2017 y 100 por ciento para 2020.
El camino para llegar a esos objetivos serían la recuperación y el reciclado, en un recorrido que ha tenido marchas y contramarchas. Como ejemplo, en 2009 el gobierno del entonces alcalde Mauricio Macri y desde 2015 presidente del país, frenó la recolección diferenciada de residuos, con el argumento de que le generaban un gasto inútil al Estado, ya que los vecinos no se preocupaban por separarlos en sus viviendas.
El nuevo proyecto macrista
Ahora, el proyecto oficial propone reformar seis artículos de la ley de Basura Cero, para ampliar considerablemente los plazos, al fijar una nueva meta de reducción de 50 por ciento para 2021, con respecto a lo enterrado en 2012. La norma original tiene como referencia el volumen enterrado en 2004, cuando Argentina todavía sufría las secuelas de la brutal crisis económica de 2001, que redujo considerablemente el consumo.
En los fundamentos del proyecto de ley presentado con ese fin –que elude mencionar la palabra "incineración"- el gobierno capitalino, con especiales competencias, promete implementar un sistema para "recuperar la energía contenida en los residuos, bajo un proceso de combustión controlado".
"La situación no da para más porque ya no tenemos más lugar para poner la basura", planteó a IPS el diputado Gastón Blancetiere, presidente de la Comisión de Obras y Servicios Públicos de la Legislatura de la Ciudad y militante del PRO, una de las que ya comenzó a discutir el nuevo proyecto.
"Por supuesto que sería deseable que nos convirtamos en una economía circular de avanzada. Pero es utópico pensar que eso se puede conseguir en un plazo corto", aseguró Blanchetiere, integrante del bloque gobernante en Buenos Aires, Vamos Juntos, aliado del presidente Macri, que lleva diez años al frente de la administración local.
Puntualizó que "lo que estamos proponiendo no es habilitar la quema, sino la termovalorización, que permitirá la generación de energía con la basura, como se hace desde hace años en distintas ciudades de Europa". Efectivamente, en febrero, el gobierno de la Ciudad llevó a un reducido grupo de periodistas de los principales medios locales a un viaje a París, Ámsterdam y Viena para que conocieran allí las plantas de incineración de basura que generan energía, que son las que se pretende instalar en Buenos Aires.
Pero no todos piensan igual. "La realidad es que hoy la Unión Europea desincentiva la alternativa de incineración, porque las chimeneas y los filtros no impiden la contaminación del aire", dijo el director de Greenpeace Argentina, Diego Salas. "Estamos de acuerdo en que la situación de la basura en Buenos Aires es crítica, pero lo que propone el gobierno es liquidar la ley de Basura Cero y generar más problema", agregó.
Para la organización ambientalista, "se debe establecer la responsabilidad extendida del productor por sus envases, fortalecer la industria del reciclaje, tratar los residuos orgánicos y hacer recolección diferenciada de residuos, todos puntos que hoy quedaron fuera de la agenda".
La opinión de Brailovsky
Frente a esto que impulsa el gobierno porteño, desde el Consejo de Organizaciones Sociales de la Defensoría CABA, a cargo de Roberto Baigorria, se entrevistó al especialista Elio Brailovsky. A continuación, la entrevista completa:
-Finalmente ingresó a la Legislatura un proyecto para modificar la llamada Ley de Basura Cero, en el cual uno de los puntos más discutidos es que habilitaría la incineración de residuos, ¿Qué opinión te merece este proyecto?
-Desde el punto de vista teórico la incineración de residuos es una opción posible para aquellos residuos que no sirven para nada. Los dos extremos son Japón que incinera el 90%, mientras que, Estados Unidos, sólo el 16%. El proyecto del gobierno porteño no tiene ningún criterio para definir si se incinera algo, todo, nada y de qué manera. Lo único que hace es habilitar la incineración diciendo que si recuperan energía sirve. Un proyecto así tiene que tener algún criterio o parámetro de calidad de aire, pero éste no tiene ninguno. La comunidad europea cuando habilitó incineradores lo hizo con un criterio maniático de pautas de calidad de aire y de control. Aquí no hay nada de eso. Agregamos que la basura quemada no desaparece, sino que queda una ceniza altamente tóxica y el proyecto tampoco dice que van a hacer con esa ceniza, el control no está garantizado. Por eso lo más probable es que de noche quemen a cualquier temperatura, la ceniza la tiren al río, etc.
-Estamos hablando de nuevas políticas y tecnologías, pero ¿Cuál es tu balance de lo que fueron hasta ahora las políticas de gestión de residuos?
-Hasta ahora no hubo políticas de gestión de residuos, hubo amontonamiento y lo mandaron al CEAMSE. También, el problema es que el criterio del CEAMSE fue que se puede hacer cualquier cosa con toda la basura, lo mismo con toda la basura y lo que hay que hacer son distintas cosas con cada tipo de basura. Justamente en estos días tuve una reunión con un colega de la Universidad de Tandil que está siguiendo el tema del BioGas. Hay proyectos en algunas comunidades en Perú o también acá en el INTI y el INTA de usar basura orgánica domiciliaria (residuos orgánicos y materia fecal) para fermentarla y producir gas, con ellos se puede hacer BioGas y abastecer, así, el consumo energético de una ciudad entera.
-Entonces, ¿Lo que está detrás del planteo de la incineración es una oportunidad para nuevos negocio?
-Eva Perón decía que cuando hay una necesidad hay un derecho. Esta gestión considera que cuando hay una necesidad hay un negocio. El hecho está pasando en todas partes, me acabo de enterar: en Tandil, en Rio Ceballos, Córdoba, en montones de lugares aparece una propuesta de poner un incinerador. La embajada rusa está yendo a pueblitos del interior a hacer jornadas sobre incineración para vender una máquina que traen los rusos. Es decir, hay un lobby empresario importante impulsado por el CEAMSE. A ver, es cierto que los rellenos están colapsados, pero es porque el CEAMSE nunca hizo nada por disminuir la cantidad de residuos, porque el negocio eran que los residuos fueran muchos y colapsarlos. Por otro lado, el Gobierno Nacional acaba de anunciar la formación de un parque nacional en los terrenos de Campo de Mayo. Campo de Mayo era un posible lugar para continuar con los rellenos sanitarios. La sospecha mía es que la creación del parque es para valorizar extraordinariamente los terrenos alrededor. Alguien que lo haya sabido de antemano pudo estar preparado para que de "casualidad" le caiga un parque nacional justo frente a su emprendimiento inmobiliario. Y al mismo tiempo, ¿Dónde mandamos la basura si no va a campo de mayo? Bueno, hay que quemarla.
-Elio, hoy en día el reciclaje es la fuente de trabajo de muchísimas personas que han podido así salir de la pobreza ¿Qué va a pasar con el trabajo de los cartoneros/as si se empieza a incinerar la basura?
-La tecnología de incineración en sí es mala por el despilfarro de quemar cosas que podrían ser útiles. Por supuesto, la única manera de recuperar energía si quemás restos de comida, que es basura húmeda, es meterle basura seca, o sea, papel y cartón. Entonces, necesariamente deja a los cartoneros afuera. También tenés que meter plástico que es combustible pero emite gases de muy alta toxicidad. Sumado a esto, está claro a dónde van a ir los incineradores. Si en Europa los ponen donde están los pobres, acá no los van a instalar en Recoleta. Como dije antes, la incineración deja a los cartoneros afuera, cuando la actividad de los cartoneros tiene que ser declarada servicio público. ¿Por qué algo es servicio público si lo presta una empresa y no si lo prestan los pobres?, ¿hay que ser rico para brindar un servicio público? También, es una actividad que debe ser realizada en condiciones laborales dignas y revolver basura en la calle no lo es. El tema es que estamos en una sociedad que quiere goles en los 45 minutos, conseguir la separación en origen de un porcentaje alto de basura cuesta una generación de educación todo el tiempo, en las escuelas, publicidad, en los programas de televisión, de multas, de inspectores controlando que se tira. Todo eso tarda una generación haciendo y todavía no se hizo nada. Es un cambio cultural donde la gente ya tiene muy arraigado el úselo y tírelo.
-Hablando de Europa, en las notas de diferentes diarios se mencionaban diferentes ejemplos y comparaciones…
-A los diputados e intendentes que llevaron de paseo a Europa les mostraron plantas de incineración en París y en Viena. Pero hace falta una mirada más abarcadora, si vas a París tienen que mirar el estado del río Sena, si vas a Viena el río Danubio. En Buenos Aires tenés que mirar el estado del Riachuelo. Si uno compara se ve que allá hay políticas ambientales que funcionan y acá que no se aplican. El día que tengan el Riachuelo en el mismo estado que los franceses tienen el Sena, nos sentamos a hablar de si son capaces de controlar un incinerador o no.