Cultura | Se reeditó un éxito cultural porteño

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La Feria del Libro tuvo su cierre esperado

Concluyó la 38va Feria Internacional del Libro en La Rural de Buenos Aires con números exitosos, que no hacen más que destacar este evento que incluye a los diferentes estratos sociales de la Ciudad bajo la bandera de la literatura. Como contracara, se cuestionó la poca importancia que tuvieron los escritores en relación con figuras del espectáculo. Por Belén Sosa Buenos Aires, 12 de mayo de 2012. Sin dudas cada vez que uno escucha hablar de la realización de una nueva edición de la Feria Internacional del Libro, deja que sus sentidos fluyan en busca de esa conexión indispensable con la escritura. Con hojas y hojas pintadas de tinta que renuevan el espíritu, que nos cuentan una historia única, como sólo quien la cuenta la podría contar.

Más allá de los matices políticos y estructurales que, a veces, empañan la fiesta que este año convocó a más de un millón de visitantes; son variadas las oportunidades que se le abren al ciudadano común para acercarse a una riqueza poco valuada en nuestro estereotipo social.

Las estadísticas no dejan mentir. Casi 1400 sellos editoriales representados en 19 jornadas, más de cuatrocientos expositores, 1200 eventos culturales y un sinfín de anécdotas para todos los participantes.

Facebook y Twitter trabajaron como fuente de expansión literaria, con cifras que marcan 50 mil seguidores en la red social de Mark Zuckerberg mientras que 9 mil quinientos usuarios fueron los que se informaron a través del ícono del pajarito.

Los chicos no se quedaron afuera. Colegios de los puntos más lejanos, uniendo 22 provincias a lo que se le sumaron la llegada de figuras internacionales de otras ciudades.
El precio de la entrada, que iba de los 20 a los 26 pesos, no fue impedimento para que la gente se acercara al olor del papel, que viene a hacer de elixir para la agitada vorágine porteña laboral.

Con la propia experiencia de haber pasado por La Rural, ese pensamiento tan perfecto cambia aunque mantiene su verdadero sentido. Nombres como los de Viviana Canosa, Martín Palermo, el mediático senador kirchnerista Aníbal Fernández, la vedette Moria Casán, el humorista Nik y los maestros de la autoayuda forman un combo que poco tiene que ver con la literatura y mucho con la mediatización.

Pero no ha sido así en su totalidad, ya que el pensamiento de invitados extranjeros de la talla de Eduardo Galeano o Gianni Vatimmo también se ha dado cita deleitando a los presentes con una sapiencia incalculable.

¿Hemos asistido a un show del libro o a un show del espectáculo?
Muchas han sido las ocasiones donde ha sido más convocante la firma de ejemplares de la mano de un famoso que de un escritor reconocido, pero eso es resultado directo de la composición social, diversa por donde se la mire, sin una escala de valores marcada.

En tanto, el estricto marco que impone la Ciudad, como símbolo de velocidad y espontaneidad revolucionaria, abre las puertas para que nos acerquemos a la feria con el objeto de salir cargados de compras que llenen nuestro corazón y, en algún punto, encuentren nuestro sentido oculto, perdido, como la pasión que significa leer. Pero eso pocas veces sucede.

Normalmente lo que suele pasar en cada persona es que la felicidad por haber asistido al encuentro con la literatura se termine esfumando. Esa relación que se busca acortar entre las librerías y los lectores suele quedarse en el récord de ventas consecuencia de las “ofertas de último día” aunque siempre hay lugar para la excepción a la regla.

La coyuntura política y mediática suele encontrar en el evento el lugar perfecto para, mediante esa mezcla de intelectualidad y diversión, llegar al fan, al espectador ocasional y, por qué no, al habitué.

Cada uno con sus características propias, pero con el mismo fin: nutrirse. Si hay algo que la literatura puede hacer en nosotros es brindarnos herramientas para caminar nuestra vida y encontrar lo que nos ayuda a superar obstáculos claves para el desarrollo.

La directora de la Feria, Gabriela Adamo, fue clara en cuanto al objetivo principal: "La pregunta de rigor de todos los periodistas es acerca de la cantidad de visitantes. Para mí, esa no es la medida del éxito. Lo ideal sería saber cuántas de las personas que vinieron se fueron con ganas de leer" .

Precisamente, Fernando Duelo Cavero, pionero del evento, cuenta en una entrevista a La Nación cómo se les ocurrió hacer algo que acercara al público en general con la lectura donde hace hincapié en el miedo que tiene la gente de acceder a una librería. ¡Cómo si fuera algo para temer con las cosas que suceden!

Uno quizás al ver los porcentajes publicitarios que enmarcan los resultados puede hasta pensar que se trata de un negocio. ¿Qué no es negocio en el mundo globalizado actual?

De todos modos, cabe concluir en que miles de personas han vuelto a sus casas con libros, y si bien para algunos sólo sumen polvillo en sus bibliotecas, para otros serán una ayuda más, para su crecimiento personal y educativo, con lo que esto significa hoy en día, en una sociedad que atraviesa el más crudo cambio a la era digital, en la que el papel va quedando de lado y la tecnología traspasa límites aún por determinar.

Cómo siempre es mejor hacer que callar y, aunque queden detalles por pulir, esta 38va edición de la Feria Internacional del Libro ha reforzado, sin espacio a interrogante, la inserción de la lectura en la vida cotidiana, invitando a la ciudadanía al encuentro con la narración, una de las cosas más lindas que da la vida.

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