Cultura | La autora de "Las viudas de los jueves"

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Claudia Piñeiro, Ciudadana Ilustre

Claudia Piñeiro, fue declarada ciudadana ilustre durante un acto en el salón Dorado por iniciativa de María Inés Gorbea, presidenta del bloque Evolución. La diputada valoró a la escritora ya que a través de sus libros "nos ayudan a ver donde no veíamos" y resaltó "sus aportes a la construcción de la comunidad"; por tomar la palabra en la apertura de la Feria del Libro de 2018 "lo hizo desde una posición crítica", ya que defendió en público el aborto legal, seguro y gratuito y otras reivindicaciones de la mujer. Por Mariela Sosa
Buenos Aires, 8 de marzo de 2019. Con un acto en el Salón Dorado de la Legislatura porteña fue consagrada Ciudadana Ilustre de la ciudad de Buenos Aires, la escritora Claudia Piñeiro. Acompañaron a la premiada en un panel Reinaldo Sietecase, Guillermo Martínez y María O´Donnell, junto a la autora de la iniciativa parlamentaria, la diputada María Inés Gorbea, presidenta del bloque Evolución.

En su intervención, el periodista Reynaldo Sietecase valoró a Piñeiro por "su compromiso ético y moral de dar testimonio" y la describió como "una mujer valiente, entendida como el miedo dominado". Por su parte, el escritor Guillermo Martínez la describió como "extraordinaria, para las mezquindades literarias en estas pampas". También explicó que "es una escritora y nunca lo pierde de vista, su primera lealtad es hacia los personajes y no las ideas" y es una de las que tiene más lectores en la Argentina. Finalmente, la periodista María O’Donell analizó la distinción. "Ciudadana es porque se compromete en la cuestión pública, ya que tomó la decisión valiente y deliberada de tomar parte del debate".
 
También presente, el ministro de Cultura Enrique Avogadro afirmó que "asumir el compromiso no es un paso sencillo" y recordó que compartió la apertura de la última Feria del Libro, donde sus palabras fueron comprometidas y pronunciadas con responsabilidad.
 
Luego de la distinción que entregó Gorbea a Piñeiro, la flamante ciudadana ilustre se dirigió al público presente en el Salón Dorado. Recordó que "cuando un escritor recibe un reconocimiento a alguna de sus obras, se sabe a qué se está premiando". Piñeiro habla con conocimiento. Ha obtenido diversas distinciones nacionales e internacionales por su obra literaria, teatral y periodística. Sus premiadas son: Las viudas de los jueves, Premio Clarín de Novela 2005; Elena sabe, Premio LiBeraturpreis 2010; Las grietas de Jara, Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2010; Un ladrón entre nosotros, Premio Iberoamericano Fundalectura-Norma 2005; Premio ACE 2007 a la mejor obra teatral por Un mismo árbol verde; entre otras.
 
Pero Piñeiro reflexionó sobre qué es ser ciudadano hoy y destacó la obligación de "su lugar de participación". Auguró que "este 8 de marzo la ciudad se llenará de mujeres", las cuales exigirán "que nos dejen decidir por nuestros cuerpos", "igual trabajo, igual remuneración", entre otras demandas. Diagnosticó que "el movimiento feminista es un ejercicio de ciudadanía que parecía aletargado". También reclamó el cumplimiento de la ley de educación sexual integral.
 
Durante el acto estuvieron presentes los legisladores Marcelo Gouman, Juan Nosiglia, Patricia Vischi, Leonardo Halperin (todos de Evolución), así como también Gabriel Solano (FIT) y María José Lubertino (Mandato Cumplido); la diputada nacional Carla Carrizo y Ricardo Gil Lavedra (Mandato Cumplido).  

El colega Maximiliano Luna de Infobae registró las palabras de agradecimiento vertidas por Piñeiro al cerrar el acto: 
 
Me siento muy honrada y antes que nada quisiera agradecer.

A los legisladores y legisladoras de Buenos Aires que votaron esta distinción. En especial a quienes me propusieron: Inés Gorbea, Patricia Vischi, Leandro Halperin, Marcelo Guouman y Juan Nosiglia.

Al ministro de Cultura de la Ciudad, Enrique Avogrado, por acompañarme esta tarde.

Un profundo agradecimiento a los amigos que están conmigo en este escenario, por estar aquí y por sus palabras: María O´Donnell, Guillermo Martínez, Reynaldo Sietecase.
Y a todos los presentes que me abrazan con su compañía.

De todas las distinciones o premios que he recibido, la de Ciudadano Ilustre es probablemente aquella cuya definición resulta menos asible. Cuando un escritor recibe un premio por un libro, por una novela, o por un cuento, está claro qué se está premiando. Incluso cuando lo recibe por la obra en general. Pero la distinción de Ciudadano Ilustre obliga, si me lo permiten, a una reflexión sobre ese título.

De la ley de la ciudad número 578, que instaura este premio, me gustaría destacar el artículo 2:
"No puede otorgarse a personas que hayan cometido crímenes de lesa humanidad en cualquier parte del mundo, ni a quienes hayan ejercido e impartido órdenes de represión durante las dictaduras militares en Argentina."

Cuando leí el artículo mencionado me sorprendió que fuera necesario aclarar ese punto. Pensé: ¿A quién se le podría ocurrir darle la ciudadanía ilustre a personas que porten semejantes antecedentes en el currículum? Pero luego, con un poco de sensatez, asumiendo los tiempos que corren en los que parecería que acuerdos que creíamos inalterables han dejado de serlo, y teniendo en cuenta que en los últimos días hasta presenciamos discusiones acerca de si la tierra es redonda o tiene forma de lenteja aplanada, agradecí que al sancionar esta ley hayan introducido el párrafo en cuestión.

En cuanto a la semántica, al significado de las palabras que dan nombre a la distinción, voy a dejar de lado la palabra ilustre, que como la mayoría de los adjetivos es un concepto relativo. Siempre hay que desconfiar de los adjetivos. Incluso en la literatura. O en la literatura más que en ningún otro campo. Usar un adjetivo implica juzgar una cualidad según los criterios de quien lo hace. Con sólo leer los sinónimos que da la Real Academia Española en la definición de ilustre se pueden concluir los riesgos de su uso: preeminente, sobresaliente, conspicuo, insigne, célebre, renombrado, prestigioso, notable, excelente, distinguido, eminente, egregio, eximio, ínclito, superior, señalado, prominente. Quien es ilustre para unos puede no serlo para otros. Seguramente los legisladores habrán votado con mayor convicción a uno que a otro de los diez candidatos. Seguramente algún ciudadano, en su casa, cuando aparezca la noticia, se preguntará por qué nos consideran ilustres a varios de nosotros. Definir qué es ilustre, con Rae o sin Rae, podría llevarnos a una discusión de nunca acabar.

Pero sí me gustaría reflexionar sobre qué es ser ciudadano, sobre todo qué es ser ciudadano hoy. Con los sustantivos me atrevo, son menos ladinos que los adjetivos.

El concepto de ciudadano evolucionó a lo largo de siglos. No significaba lo mismo ser ciudadano en la antigua Grecia o en Roma que ser ciudadano en la Buenos Aires de hoy. Me gustan más las definiciones de ciudadanía que involucran no sólo el espacio en donde se habita sino también a aquellos que tenemos a nuestro alrededor. Por ejemplo, me gusta la definición: "ciudadano es una persona que co-existe en sociedad". O mejor aún esta otra: "La ciudadanía es la expresión de pertenencia que una persona tiene hacia una sociedad determinada en la que participa". Porque acá aparece otro concepto: la participación. Uno puede ejercer la ciudadanía en forma pasiva, asumiendo muy pocas obligaciones, por delegación casi absoluta, votando a quienes nos representan. O ejercer la ciudadanía de forma activa. Si se decide por esta última, cada uno definirá cuál es la mejor manera de participación para él, desde controlar que nuestros representantes cumplan con sus funciones, hasta reclamar por la suba de tarifas o por la ampliación de derechos. En lo personal, me resulta difícil ejercer la ciudadanía hoy sin alguna forma de participación.

Un ejemplo colectivo de participación ciudadana que me enorgullece lo veremos una vez más en las calles este viernes 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. La calle es un espacio de esta ciudad que tiene una fuerte tradición de uso para ejercicio de ciudadanía: los ciudadanos de Buenos Aires salimos a las calles para ejercer activamente nuestra ciudadanía. En dos días la ciudad se llenará de mujeres –y de los hombres que puedan acompañarnos- reclamando derechos que parecen obvios: que no nos maten, que nos dejen decidir sobre nuestros cuerpos, que nos dejen decidir si queremos ser madres, cuándo y cómo, que cuando decimos no es no, que debemos ganar igual salario por igual trabajo, que debemos compartir con los hombres los lugares de poder político, económico, profesional, social. Todos reclamos que a mí me suenan tan obvios como aquel artículo 2 de la ley que dice que quien cometió un acto de lesa humanidad no puede ser ciudadano ilustre. Sin embargo, para algunos parece que no, por eso saldremos a la calle a gritarlo. Seremos ciudadanas activas en Buenos Aires, pero al mismo tiempo en todas las ciudades del país, en todas las ciudades del mundo, diciendo "ni un paso atrás". Creo que hoy no hay mejor ejemplo de ciudadanía activa que el movimiento feminista que vino a agitar un ejercicio de ciudadanía que estaba aletargado.

También me gustaría tomar unos minutos para reflexionar sobre qué significa ser ciudadano específicamente de la ciudad de Buenos Aires. Por ser un día de festejo voy a dejar para otro momento las quejas, que las hay, para concentrarme en cierta posición privilegiada que tenemos por vivir aquí. En el campo literario, por ejemplo, tengo excelentes colegas a los que se les hace mucho más difícil parte de la tarea, desde publicar hasta llegar a los lectores, que a quienes vivimos aquí. ¿Por qué? Porque las grandes editoriales están en esta ciudad, porque los eventos culturales más masivos como la Feria del Libro son en esta ciudad, porque los grandes medios que difunden nuestro trabajo están en esta ciudad, porque la gran concentración de librerías –y a pesar del espanto que provoca que tantas hayan cerrado por el pésimo momento que está pasando el sector editorial- sigue estando en esta ciudad. Lo mismo sucede en otros aspectos de la cultura. Buenos Aires es una de las ciudades del mundo donde hay más espectáculos teatrales por noche. Esta ciudad tiene una de las universidades públicas más prestigiosas del mundo, la UBA, que gracias a su ingreso libre y gratuito sigue siendo motor de movilidad social y orgullo para muchos de nosotros. En Buenos Aires hubo unión civil antes de que a nivel nacional se sancionara el matrimonio igualitario. Intuyo que si en esta ciudad se hiciera un plebiscito para ver si queremos aborto legal , seguro y gratuito ganaría el sí. Y no tengo dudas de que en Buenos Aires los ciudadanos conseguiríamos formar una masa crítica lo suficientemente grande como para oponernos a poderes siniestros dentro del Estado, la Iglesia, o a agrupaciones de personas que se creen con más derechos que otras, y así impedir que se torture a una niña violada de 11 años y se la obligue a parir, como sucedió en la ciudad de Tucumán hace unos días. Entonces me pregunto, ese poder ciudadano que tenemos quienes vivimos en Buenos Aires, ¿se debe limitar a los contornos que delimitan nuestra ciudad? ¿Podemos mantenernos indiferentes a lo que pasa en otras ciudades de nuestro país? ¿Debemos dejar que se torture a una niña violada que acude a un centro de salud a pedir que se le dé una asistencia a la que tiene derecho por ley porque eso no sucede dentro de nuestra jurisdicción? ¿Nosotros como ciudadanos y ustedes como legisladores no podemos hacer nada más que lo que hicimos? Muchos de los legisladores de la ciudad, muchos ciudadanos también, tienen opinión formada sobre si hay o no que participar activamente en otro país si se supone que se están violando los derechos de sus habitantes. ¿Y en otra provincia o ciudad de nuestro país no?

La ciudad de Buenos Aires tiene más responsabilidades que otras por ser ciudad capital, y por esa misma razón Buenos Aires es una ciudad de todos los argentinos. Uso la palabra responsabilidad porque creo que es la que cabe. Me parece que nuestra situación de privilegio nos obliga a ser responsables también de lo que pasa fuera de nuestros límites. Cuando yo era chica, si en la casa vecina se oían gritos y platos rotos los mayores nos decían que no teníamos que meternos "porque son cosas privadas, problemas de esa familia que tienen que resolver entre ellos". Hoy sabemos que ante la misma circunstancia debemos llamar al 911, que sí nos tenemos que meter porque puede tratarse de un caso de violencia doméstica, y la violencia domestica dejó de ser una cuestión privada. De la misma manera, creo que tenemos que hacer algo cuando se tortura a una niña en la ciudad que sea. O cuando se les niega a los chicos en edad escolar la posibilidad de acceder a una educación sexual integral que probablemente sea la única arma que reciban para protegerse de quien quiera abusar de ellos dentro de su propia familia. ¿Vamos a seguir dejando que torturen niñas? ¿Vamos a seguir dejando que niños que viven en otras ciudades de nuestro país no reciban la educación sexual necesaria para que nadie abuse de ellos solo porque hay grupos de poder homofóbicos que le tienen terror a cualquier herramienta educativa que contenga la palabra sexo? Ayudar en este sentido también entra dentro de "ayuda humanitaria". Una ciudadanía activa sin excusas creo que es hoy nuestra responsabilidad cívica.

Por último, vuelvo a aquello que es mi tarea, mi oficio, mi pasión, y vuelvo a esta ciudad, que como dice Eladia Blázquez ".. está embrujada, sin saber, por el hechizo cautivante de volver. No sé si para bien, no sé si para mal, volver tiene la magia de un ritual". Entonces, volviendo a Buenos Aires y a la literatura, elegí arbitrariamente una docena de textos que permiten un recorrido por la ciudad. Algunos son sitios que podrán ubicar en la realidad, otros son construcciones literarias. Pero todos son Buenos Aires.

La casa de la calle Garay, de El Aleph, de Jorge Luis Borges.
La fuente de Recoleta y la casa de la calle Ayacucho de El vestido de terciopelo, de Silvina Ocampo.
El pasaje de la Calle Güemes, en El otro cielo, de Julio Cortázar.
El edificio Kavanagh, en el libro del mismo nombre de Esther Cross.
La puerta del departamento de Palermo por el que un ex marido desliza el poema que aparece en El libro de Tamara de Tamara Kamenszain.
La villa 31, en La 31, una novela precaria, de Ariel Magnus.
La ochava de la calle Muñecas, que aparece en Adán Buenosayres de Leopoldo Marechal
Los grafitis en las paredes de Buenos aires, en Perdidas en la noche, de Fabián Martínez Siccardi
El edificio de la calle Santa fe, esquina Esmeralda, en La muerte baja en ascensor de María Angélica Bosco.
El recorrido de la Biblioteca Nacional al Hospital Alemán que hace la protagonista de Acá todavía, de Romina Paula.
La represión de estado en la Buenos Aires ¿distópica? La ciudad ausente , de Ricardo Piglia.
El barrio de Constitución en El chico sucio, un cuento de Mariana Enríquez.

Me detengo en estas doce. El recorrido literario de Buenos Aires sería interminable, tan interminable como la discusión acerca del adjetivo ilustre. El listado de títulos posibles tiende a infinito, porque Buenos Aires es también su literatura.
 
Una biografía

Claudia Piñeiro nació en Burzaco, el 10 de abril de 1960. Es una escritora, guionista de televisión, dramaturga y contadora argentina.

Se recibió de contadora en la Universidad de Buenos Aires (1983), profesión que ejerció durante diez años antes de dedicarse a la escritura.

Su primera novela publicada fue una juvenil, Un ladrón entre nosotros, en 2004 —también año de su primer estreno teatral: Cuánto vale una heladera—, la que al siguiente ganó el galardón que otorgaba el Grupo Editorial Norma de Colombia, aunque la primera que escribió data de 1991: El secreto de las rubias, que no se publicó a pesar de haber quedado entre las diez finalistas del Premio La Sonrisa Vertical (con anterioridad sí había editado otro libro infantil, Serafín, el escritor y la bruja, en 2000, pero difícilmente puede catalogarse de novela).3? En 2005 obtuvo asimismo el Premio Clarín de Novela por Las viudas de los jueves,4? distinción a la que han seguido otras.

Cuatro años después, el director Marcelo Piñeyro realizó en cine Las viudas de los jueves con el mismo nombre. Alejandro Doria (1936-2009) comenzó la preproducción de la película basada en la Tuya,5? pero su muerte le impidió realizarla (en 2011 Piñeiro declaró que una adaptación de esa novela podría filmarse en Alemania).6? El filme Tuya fue finalmente rodado, y estrenado en 2015 con dirección y adaptación de guión de Edgardo González Amer; actúan Juanita Viale, Jorge Marrale y Andrea Pietra. La adaptación es un versión casi literal de la novela.

En 2011, Piñeiro publicó Betibú, que fue llevada a la pantalla grande en 2014, dirigida por Miguel Cohan y protagonizada por Mercedes Morán, Daniel Fanego y Alberto Ammann.7?

La película Las grietas de Jara, basada en su novela homónima, fue estrenada en 2018. Esta coproducción de Argentina y España fue dirigida por Nicolás Gil Lavedra. El guion fue coescrito por Gil y los personajes protagónicos son interpretados por Oscar Martínez y Joaquín Furriel.8?

Sus obras se han traducido a varios idiomas.

En una entrevista publicada en la Revista Ñ, del diario Clarín cuenta en 2005, cómo empezó su carrera de escritora:

En 1991, estaba trabajando de gerente administrativa en una empresa que tenía una sucursal en San Pablo. Tenía que viajar para hacer la auditoría de los tornillos con los que se hacían unos compresores de aire; una cosa tremendamente aburrida. Yo iba en el avión, supongo que iba llorando, y leo en un recuadro muy chiquito en el diario el llamado a concurso de ´La sonrisa vertical´, el certamen de la editorial Tusquets. Yo ni siquiera sabía que se trataba de un concurso de literatura erótica. Lo único que pensé fue: ´Vuelvo y me pido vacaciones y escribo una novela para esto, porque si no, yo me voy a quebrar´. La novela se llamaba El secreto de las rubias y quedó entre las diez finalistas, aunque luego no se publicó. Me di cuenta de que escribir era algo demasiado fuerte y, aunque siempre escribí, ya no podía postergarlo. Apareció como un salvavidas que me tiraron en ese momento.

Escribe una columna titulada "Los jueves de Claudia Piñeiro" en el Suplemento Literario Télam de la agencia de noticias del mismo nombre.

Piñeiro tiene tres hijos. Ha intervenido públicamente en apoyo del derecho al aborto.

Obras

Narrativa

El secreto de las rubias, novela inédita, 1991
Serafín, el escritor y la bruja, literatura infantil, Edebé, 2000
Un ladrón entre nosotros, literatura juvenil, Norma, 2004
Tuya, novela policial, Ediciones Colihue, 2005
Las viudas de los jueves, novela policial, Alfaguara, 2005
Elena sabe, novela policial, Alfaguara, 2006
Tuya, novela policial, Alfaguara, 2008
Las grietas de Jara, novela policial, Alfaguara, 2009
El fantasma de las invasiones inglesas, narrativa histórica, Norma, 2010
Betibú, novela policial, Alfaguara, 2011
Un comunista en calzoncillos, novela, Alfaguara, 2013
Una suerte pequeña, novela, Alfaguara, 2015
Las maldiciones, novela, Alfaguara, 2017
Quién no, cuentos, Alfaguara, 2018
"Lady Trópico", cuento, en Hombres (y algunas mujeres), Zenda, 2019

Teatro

Cuánto vale una heladera, 2004; antología 2002-2004 del ciclo Teatro X la identidad, Ministerio Educación, Ciencia y Tecnología
Un mismo árbol verde, 2006
Verona, 2007; antología de Teatro de Humor de Zapala
Morite, gordo, 2008
Tres viejas plumas, 2009


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