Política | Día Internacional de los Trabajadores
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1º de Mayo
Este año la conmemoración de este día, encuentra a gran parte de los trabajadores del mundo en paro forzoso debido a la cuarentena impuesta por la pandemia de coronavirus. Muchos de ellos amenazados con la pérdida temporal o definitiva de sus puestos de trabajo. Los que se mantienen en actividad, son los que se exponen en primera línea, al contagio y arriesgan su salud y sus vidas para sostener la vida comunitaria. En su mayoría, trabajadores precarizados como los repartidores de plataformas o mal retribuidos, como los enfermeros o de maestranza. En Argentina supo ser día de fiesta y es tiempo de recuperar el orgullo y la alegría de ser un trabajador.
Por Mailén González
Buenos Aires, 1º de mayo de 2020. Ciento treinta años de conmemorar en su día a los mártires de Chicago. Ciento treinta años que en nuestro país los trabajadores organizados reclaman por sus derechos. A veces como si se volviera a empezar, como con el reclamo de la jornada de ocho horas o igual retribución por igual tarea.
Para sumarnos a la conmemoración, reproducimos dos documentos. Uno, por el que se convocaba a manifestarse por primera vez en ocasión de un 1º de mayo, en la Buenos Aires de 1890. Otro, de hace apenas unas horas, en las que un dirigente sindical argentino recorre la historia de las luchas de los trabajadores por sus derechos y rememora los acontecimientos que se recuerdan en esta FECHA.
Convocatoria al 1º Primero de Mayo de 1890. En esa fecha por vez primera en el mundo los trabajadores se manifestaron simultáneamente. Aquí se realizó en el Prado Español (ubicado en la zona de Retiro de entonces) un acto del que participaron unas 3000 personas.
¡1 DE MAYO DE 1890!
¡Trabajadores!
Compañeras, Compañeros: ¡Salud!
¡Viva el primero de Mayo: día de fiesta obrera universal!
Reunidos en el Congreso de París el año pasado los representantes de los obreros de diferentes países resolvieron fijar el primero de Mayo de 1890 como fiesta universal de obreros con el objeto de iniciar de nuevo y con mayor impulso y energía, en campo ampliado y armónica unión de todos los países, esto es, en fraternidad internacional, la propaganda en pro de la emancipación social.
¡Viva el primero de Mayo! Pues este día la unión fraternal, fundada por los pocos de aquel Congreso, se debe aprobar por las masas de millones de todos los países para que a esta fecha de confederación conmemorada y renovada cada año, vuele por encima de los postes de límites de los países y naciones con un eco de millones y en los idiomas de todos los pueblos el alerta internacional de las masas obreras: ¡Proletarios de todos los países, uníos!
Es esta la primera y grande importancia de la fiesta obrera del primero de mayo de 1890, a cuya solemnidad os invitamos con esta hoja, a todos los trabajadores y compañeras en la lucha por la emancipación.
Compañeros y compañeras:
Para indicar a este movimiento internacional un camino recto y seguro al fin común, nuestros representantes en el Congreso de París han marcado ciertos puntos del programa, los cuales se deben tomar en consideración con particularidad para el proceder práctico e inmediato.
En realidad, esas resoluciones son las importantes que, aun publicadas ellas en el anterior manifiesto, nos parece conveniente, a más de urgente necesidad de proponérselas otra vez a los trabajadores, tanto más por deber ellas servir como fundamento para los primeros pasos positivos que las clases obreras de esta república quieran hacer en la lucha práctica de su emancipación.
He aquí las resoluciones del congreso obrero de París:
El Congreso resuelve y reconoce como de absoluta necesidad:
1º – Crear leyes protectoras y efectivas sobre el trabajo para todos los países, con producción moderna. Para fundamento de lo mismo considera el Congreso:
a) Limitación de la jornada de trabajo a un máximo de ocho horas para los adultos
b) Prohibición del trabajo de los niños menores de catorce años y reducción de la jornada a seis horas para los jóvenes de ambos sexos de 14 a 18 años
c) Abolición del trabajo de noche, exceptuando ciertos ramos de industria cuya naturaleza exige funcionamiento no interrumpido
d) Prohibición del trabajo de la mujer en todos los ramos de industria que afecten con particularidad al organismo femenino
e) Abolición del trabajo de noche de la mujer y de los obreros menores de 18 años
f) Descanso no interrumpido de treinta y seis horas, por lo menos cada semana, para todos los trabajadores
g) Prohibición de cierto género de industrias y de ciertos sistemas de fabricaciones perjudiciales a la salud de los trabajadores
h) Supresión del trabajo a destajo y por subasta
i) Inspección minuciosa de talleres y fábricas por delegados remunerados por el Estado: elegidos, al menos la mitad, por los mismos trabajadores
2º – El Congreso reconoce y declara que es preciso fijar todas estas medidas por leyes o acuerdos internacionales y pide a la clase obrera de todos los países del mundo el inicio, por los medios que les sean posibles, estas protecciones y de veladas
3º – Fuera de esto, el Congreso declara:
Es obligación de todos los trabajadores de declarar y admitir a las obreras como a compañeras, con los mismos derechos, haciendo valuar para ellas la divisa: Lo mismo por la misma actividad.
4º – Para lograr esto, el Congreso considera la organización de la clase obrera por todos los medios que sean posibles, y también la manera de verificar las pretensiones para verificar la emancipación de la clase obrera, para lo cual reclama: La entera libertad de coalición y conciliación.
Reproducimos ahora lo publicado en el sitio web del Sindicato de Docentes Particulares (SADOP) por el integrante de su Comisión Directiva Nacional, José Luis Aizza.
1º de Mayo: Día Internacional de los Trabajadores
abril 28, 2020
Pronto será un nuevo 1º de Mayo, fecha en que se conmemoran las luchas obreras y se brinda un justo homenaje a las trabajadoras y los trabajadores.
Por José Luis Aizza
Secretario de Relaciones Internacionales, SADOP CDN
En estos tiempos que nos toca transitar, donde todas las trabajadoras y los trabajadores vivimos un repentino cambio en nuestras condiciones y medio ambiente de trabajo, desde la Secretaría de Relaciones Internacionales queremos recordar el origen del Día Internacional de los Trabajadores.
Esta vez tendremos un día tranquilo de feriado, que pasará inadvertido para algunos por la obligatoria cuarentena. No siempre fue así. Algunas veces fueron jornadas de lucha para consumar diferentes reivindicaciones sociales y laborales, generalmente violentas, con feroces represiones. Otras veces fue un día de fiesta.
A pesar de que su adopción como día internacional fue anterior, en nuestro país se conmemoró por primera vez en 1890 y fue una “demostración popular de fuerza y poder frente a la explotación burguesa”. Los años siguientes mostraron mayor participación popular y violencia policial, no por desmanes o agresiones obreras, si no como represión de una ideología que coarta la libertad patronal.
Su origen
La 2ª Internacional de Trabajadores reunida en París en 1889 estableció el 1º de Mayo como “Día Internacional de los Trabajadores”, y ratificó la exigencia del límite laboral de ocho horas diarias.
¿Por qué esta fecha?
En 1881, en los Estados Unidos, la principal organización obrera, la Federación Americana del Trabajo, había fijado el 1º de mayo de 1866, como aquél en que la jornada de ocho horas debía implantarse en todo el país.
En 1883, un movimiento de agitación laboral sin precedentes se extendió por Europa y los Estados Unidos. Reclamaba definitivamente la jornada de ocho horas y culminó con una huelga general de la que participaron 350.000 trabajadores en el país del norte.
Los diarios del régimen se burlaban de la exigencia y apoyaban el sistema de libertad de contratación: “frenan la prosperidad del país” dijo el NY Times. “Indignante y antipatriótico”. “Es lo mismo que pedir que se pague sin trabajar”. “Delirio de lunáticos y antipatriotas”, eran los titulares.
Chicago
La ciudad de Chicago era en 1880 la segunda de los Estados Unidos. Su ubicación cercana a los grandes lagos y el hecho de ser un nudo ferroviario que conectaba el este con el oeste convertía a la ciudad en un centro óptimo para la producción industrial. En pocos meses atrajo 250.000 inmigrantes europeos.
La siderurgia era la principal actividad industrial. La gran expansión de los beneficios empresariales no se tradujo en mejoras para la clase obrera. Los patrones invertían en maquinarias simples que aumentaban la productividad y no requerían mano de obra especializada.
La llegada de inmigrantes, el desempleo, el aumento de trabajadores llegados del campo, permitía sustituir a obreros sindicalizados y especializados por otros nuevos, más dóciles, más baratos, a los que llamaban esquiroles, “scabs” o carneros.
La policía, siempre a favor de los patrones, usaba la violencia frente a las protestas obreras, y era frecuente la contratación de detectives armados de la agencia Pinkerton. Si hacía falta algo más, sobraban los rompehuelgas profesionales que con bates y caños de hierro disciplinaban a los manifestantes. Por el uso de armas –protegido por la enmienda constitucional- eran muy frecuentes las muertes en las demostraciones obreras.
McCormick
La gran fábrica de maquinaria agrícola McCormick fue la iniciadora de uno de los principales conflictos laborales en la ciudad, por la rebaja de salarios, despidos, lock outs, jornadas de 18 horas y hasta descuentos obligatorios para construir un templo.
El 2 de mayo de 1886 la policía reprime una manifestación de obreros y cesanteados en las puertas de la fábrica. Organizaciones socialistas y anarquistas convocan a protestar.
El 3 de mayo nuevamente una multitud de trabajadores espera la sirena de salida de los carneros para apedrearlos. La policía especialmente requerida por la patronal, responde con disparos de armas de fuego. El resultado fue de seis muertos y decenas de heridos. El gobierno culpó a anarquistas y extranjeros.
Las organizaciones obreras convocan a una concentración para responder a la violencia patronal, aún con la violencia, sin descartar armas y dinamita. Sus dirigentes son bien conocidos por los trabajadores:
Alan Parsons, formidable orador, americano, anarquista; trabajaba con su esposa de raza negra como sastre porque figuraba en la lista negra y ya no conseguía trabajo como tipógrafo. Imprimía un diario de circulación clandestina.
August Spies, alemán, inmigrante, tapicero por no encontrar otro trabajo, era desde hacía tiempo uno de los líderes que pregonaba la violencia revolucionaria. Editaba un diario en alemán que sufragaban sus connacionales.
Engel y Fisher, dos alemanes emigrados eran, el primero pintor, el otro tipógrafo. Proclamaban la insurrección popular sin desdeñar el uso de armas.
Otro anarquista Louis Lingg, también alemán, era entusiasta de la dinamita, arma que, decía, vale por un batallón de policías.
Muchos otros italianos, catalanes, franceses, ingleses, y también americanos adherían a ideas socialistas y anarquistas y participaban de mitines, sabotajes, reparto de publicaciones y manifestaciones.
La bomba de Haymarket
En repudio por la represión en McCormick, organizaciones obreras solicitaron permiso al alcalde de Chicago para hacer un acto público en plaza Haymarket, el 4 de mayo de 1886, a las 19, con la presencia de oradores. Se autorizó el mitin, pero se acordonó la zona con un fuerte dispositivo policial de 180 hombres, El alcalde estaba presente.
Casi 3.000 personas concurrieron; los organizadores esperaban más. El primer orador fue Spies que se expresó en su difícil inglés. Siguió Parsons, con un lenguaje elegante pero severo. En un momento dijo que “a la ley habría que estrangularla hasta que estirara la pata”.
El Jefe de Policía decidió disolver la reunión inmediatamente por cuanto se exhortaba a la violencia. Una numerosa columna de efectivos al mando de un Capitán ordenó a los presentes que se disolvieran.
En ese momento estalló una bomba y varios policías cayeron heridos, uno murió. Los otros efectivos comenzaron a disparar a los manifestantes. A la semana murieron seis policías más como consecuencia de las heridas, algunos de balas de sus propios compañeros.
El juicio
La prensa reclamó medidas drásticas contra los anarquistas y más por ser extranjeros. Muchos políticos y organizaciones ultranacionalistas piden juicio sumario y la horca. Se apresó a los oradores, a los líderes del movimiento, a militantes; se allanaron locales sindicales, se destruyeron imprentas y unas 200 personas fueron encarceladas.
El 21 de junio se procesó a 31 detenidos y a 8 se acusó de los crímenes. Para tres de ellos se pidió prisión y para cinco la muerte en la horca.
El juicio fue una farsa premeditada para satisfacer a la opinión pública. Nunca se pudo probar que los condenados fueran culpables de hacer estallar la bomba, y, en algunos casos, ni siquiera que estuvieran en la plaza. Su condena fue un crimen cometido “en nombre de la ley”. Nunca se supo quien hizo detonar la bomba.
Los tres sentenciados a pena de prisión fueron perdonados de la muerte porque pidieron clemencia al Gobernador. Los otros cinco se negaron a hacerlo; es que era una cuestión de honor revolucionario. Darían la vida en el altar de un ideal.
Lingg, el entusiasta de la dinamita resolvió el problema de otra manera. Lo visitó en la celda un compañero que le llevó cigarros. Uno era de nitroglicerina. Se lo puso en la boca y lo encendió. Fue una tremenda explosión.
Los otros cuatro, Parsons, Fisher, Engel y Spies fueron ejecutados en la horca el 11 de noviembre de 1887.
La narración de Martí
José Martí, escritor, pensador, poeta y héroe de la Guerra de la Independencia de Cuba de 1895, era corresponsal del diario La Nación de Argentina; presenció la ejecución y escribió: “Salen de sus celdas. Se dan la mano, sonríen. Les leen la sentencia. Les sujetan las manos con esposas por la espalda. Les ciñen los brazos al cuerpo con una faja de cuero y les ponen una mortaja blanca como la túnica de los catecúmenos cristianos. Abajo está la concurrencia, sentada en hileras de sillas delante del cadalso, como en un teatro. Firmeza en el rostro de Fisher, orgullo en el de Parsons. Plegaria en el de Spies. Engel hace un chiste a propósito de la capucha. Spies grita: “la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera decir yo ahora”. Les bajan las capuchas. Luego una seña, un ruido, la trampa cede, los cuatro cuerpos caen y se balancean en una danza espantable”.
Se los llama “Mártires de Chicago”. Su sacrificio fue un ejemplo de dignidad en el mundo. Millones se afiliaron a sindicatos, militaron, siguieron su ejemplo. Fue punto de inflexión en las luchas del movimiento obrero. No murieron por la jornada de trabajo, murieron por la dignidad de los trabajadores.
Un año después, en 1888, el Presidente Andrew Johnson promulgó la ley que estableció el límite de la jornada laboral en 8 horas; 19 Estados inmediatamente la adoptaron.
Homenaje a los mártires
Contamos esta historia de luchas, de militancia, de manifestaciones, de represión y martirios, que sucedió hace un siglo y medio.
Pero no podemos olvidar que en nuestra Patria y en Latinoamérica, la resistencia de los trabajadores frente a la opresión tiene siglos de existencia. El trabajador siempre comprendió que sus derechos no son una concesión, que no se solicitan: se exigen.
La insurrección de los indios expoliados en las mitas y encomiendas, la rebeldía de los esclavos negros; las montoneras criollas que fueron resistencia del gaucho frente al atropello y la dependencia; los inmigrantes explotados; la Semana Trágica, la Patagonia Rebelde, La Forestal, el Grito de Alcorta, nos muestran el camino que nos trazaron nuestras mayorías populares. Las que hicieron nuestra Patria y la Patria Grande Latinoamericana.
Hoy, recordándolos en el Día de los Trabajadores, nos convocan a seguir sus pasos.
¡¡FELIZ DÍA COMPAÑERAS Y COMPAÑEROS!!