Cultura | Demora reglamentación de la ley de fomento

23/06

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Milonga triste

Preocupante situación de las milongas en la ciudad de Buenos Aires por la combinación de clausuras, aumento de costos de servicios y baja de consumo que puede ser mortal para muchos espacios. “Todos estamos pasando por la misma difícil situación”, dicen organizadores. En tanto, el gobierno demora la reglamentación de la ley de fomento a las milongas, aprobada por la Legislatura porteña el año pasado. Por Belén Sosa Buenos Aires, 23 de junio de 2017. En abril venció el plazo legal para la reglamentación de la ley de fomento a las milongas, aprobada por la Legislatura porteña el 7 de diciembre del año pasado. Pasaron dos meses desde entonces y faltan, además, otros dos meses para el simbólico Festival/Mundial de Tango. Desde la oficina de la diputada Andrea Conde (FpV), quien llevó a la Legislatura porteña el proyecto acordado con los distintos sectores del universo milonguero, expresaron su preocupación por la demora y presentaron un pedido de informes que aún espera tratamiento en la comisión de Cultura de la Legislatura.

La ley de fomento a las milongas también establece la creación de un registro único de milongas en la Ciudad de Buenos Aires, y forma un régimen de concertación para la actividad con la asistencia de un consejo asesor del que participan representantes del sector. Los subsidios, además, están concentrados en los esfuerzos para adaptar el sector a las normativas y exigencias de habilitaciones de la Ciudad.

Habilitaciones y clausuras es otro tema urticante para el sector, que aunque las padece hace años, desde 2015 las identificaron como un problema serio para el circuito, sobre todo a partir de la clausura del tradicional Sunderland, una instancia que empezó a politizar al circuito. En dos años, el movimiento milonguero se organizó, planteó necesidades ante el gobierno porteño y se incorporó a colectivos mayores, como Cultura Unida (de hecho, Claudio Gorenman, de Abogados Culturales, también participa de las reuniones con Legal y Técnica por la reglamentación de la ley).

Las diferentes agrupaciones de tangueros oscilan ahora entre la ansiedad, la desconfianza y el optimismo, mientras velan la reglamentación de la ley y esperan su aplicación. Julio Bassan, presidente de la Asociación de Organizadores de Milongas, cuenta que están trabajando con funcionarios del departamento de Legal y Técnica del Ministerio de Cultura porteño para afinar la reglamentación de la ley. La discusión de fondo pasa por dos ejes centrales: la constitución del “Consejo asesor” que establece la ley y cómo se repartirán los subsidios (en principio, por alrededor de nueve millones de pesos), una inquietud que atraviesa a todos los grupos, en particular al colectivo de milongas independientes, que suelen ser más informales, por funcionar en espacios no convencionales.

“Las independientes somos las que estamos en situación de mayor marginalidad y nunca tuvimos ningún tipo de subsidio, la idea es lograr que esto se pueda ir solucionando”, explicaba a Página/12 Pedro “Indio” Benavente, una de las voces destacadas de los “independientes”. Benavente advierte que, contra lo que pudiera pensarse, su sector también tiene una serie de gastos fijos: “transportes, fletes, pisos, lo mismo que los artistas que invitamos a actuar en vivo y se llevan la recaudación de la gorra”.

Julio Duplaá, de la Asociación de Maestros, Bailarines y Coreógrafos de Tango Argentino (AMBCTA), se muestra fastidiado por la excesiva burocracia que demora el trámite de reglamentación. “No hay un final, la ley está aprobada pero hay toda una burocracia por resolver”, se queja.

Los tiempos oficiales, de cualquier modo, no ayudan a la realidad de las milongas, acuciadas por el contexto económico y el período de menor actividad del circuito, que suele despertar con la primavera y se alimenta del turismo -especialmente europeo-. “Ahora pasamos una temporada bajísima, con una merma de público terrible y esto lo sé en carne propia, el otro sábado corté apenas 25 entradas en mi milonga”, reconoce Bassan. “Imaginate lo que le pasa a un club de barrio si lo clausuran porque Habilitaciones no le dio el 878 o en Defensa Civil los tienen cajoneados y les ponen una multa que puede ser de 40, 60 o hasta 100.000 pesos”, plantea.

La combinación de clausuras y baja de consumo puede ser mortal para muchos espacios. Muchos milongueros están limitando sus salidas y, claro, también consumiendo menos en cada velada. En ese contexto, muchas empiezan a ver los subsidios como un paraguas que, aunque no salve la cuestión de fondo, les permitiría sobrevivir. Y los otros actores que trabajan con el circuito, confían en que la supervivencia del sector les mantenga una fuente de ingresos. Duplaá, de los bailarines, lo resume en una oración: “recibir ayuda en todas las milongas, que son el alma del tango de Buenos Aires, según mi criterio como porteño”.

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