Información general | Erminda Duarte falleció a los 95 años
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Nos dejó la última hermana de Evita
Erminda Duarte, la última de las hermanas de Evita que quedaba con vida, falleció el martes 31 de julio a los 95 años. Por Joaquín Ramírez Souto. Buenos Aires, 4 de agosto de 2012. Erminda Luján Duarte de Bertolini nació en el año 1916 y era la cuarta hija de los cinco hermanos Duarte. Su famosa hermana, Eva Duarte de Perón, era tres años más chica que ella y, según trascendidos de la época, siempre fueron muy compañeras.
Erminda Duarte acompañó a Evita durante su enfermedad y estuvo presente hasta las últimas horas de vida de su hermana. Vivió en Argentina hasta el derrocamiento del gobierno de Juan Perón, cuando se exilió a Chile.
En septiembre de 1971 viajó a Madrid con su hermana Blanca para estar presente en la recuperación del cadáver de Evita, que había sido secuestrado.
En el libro “Mi hermana Evita”, que publicó en 1972, Erminda narró la infancia con su hermana en Junín y el conflicto familiar que generó Eva al decidir que probaría suerte como artista en Buenos Aires.
El fallecimiento de Erminda coincide con el lanzamiento del billete de 100 pesos con la imagen de Evita, anunciado por la Presidenta Cristina Kirchner en homenaje al 60 aniversario de la desaparición física de la “abanderada de los humildes”.
Las historias que nutren la historia
Como es sabido, Eva y Erminda fueron hijas de Juan Duarte y Juana Ibarguren. Eva al nacer fue anotada en el Registro Civil como Eva María Ibarguren (partida que fuera modificada durante el gobierno de Edelmiro J. Farrell y antes de contraer matrimonio con Juan Perón, modificando su apellido por Duarte e invertidos en el orden sus dos nombres).
Juan Duarte (1872-1926), conocido como el Vasco por los vecinos, era un estanciero e importante político conservador de Chivilcoy, una ciudad cercana a Los Toldos. Algunos estudiosos consideran que era un descendiente de inmigrantes franceses de apellido D'Huarte, Uhart o Douart.
En la primera década del siglo XX, Juan Duarte fue uno de los beneficiados con las maniobras fraudulentas que comenzó a implementar el gobierno para quitarle la tierra a la Comunidad Mapuche de Coliqueo en Los Toldos, apropiándose de la estancia en la que nació Eva.
Juana Ibarguren (1894-1971) era hija de la puestera criolla Petrona Núñez y del carrero Joaquín Ibarguren. Aparentemente tenía poca relación con el pueblo, ubicado a 20 km, y por eso se sabe poco de ella. Pero debido a la cercanía de su casa con la toldería de Coliqueo, tenía estrecho contacto con la comunidad mapuche de Los Toldos. En todos los partos de sus hijos fue asistida por una comadrona india que se llamaba Juana Rawson de Guayquil.
Juan Duarte, el padre de Eva, mantenía dos familias, una legítima en Chivilcoy con su esposa legal Adela D´Huart (-1919) y sus seis hijos: Adelina, Catalina, Pedro, Magdalena, Eloísa y Susana; y otra ilegítima, en Los Toldos, con Juana Ibarguren.
Se trataba entonces de una costumbre generalizada en el campo, para los hombres de clase alta. Juntos tuvieron cinco hijos:
Blanca (1908-2005).
Elisa (1910-1962).
Juan Ramón(1914-1953).
Erminda Luján (1916-2012).
Eva María (1919-1952).
Eva viviría en el campo hasta 1926, fecha en la que el padre falleció y la familia quedó desprotegida completamente, debiendo abandonar la estancia en la que vivían. Estas circunstancias de su niñez, en las condiciones de discriminación de los primeros años del siglo XX, marcaron profundamente a Eva.
En aquella época la ley argentina establecía una serie de calificaciones infames para las personas si sus padres no habían contraído matrimonio legal, genéricamente llamados «hijos ilegítimos». Una de esas calificaciones era la de «hijo adulterino», circunstancia que se hacía constar en la partida de nacimiento de los niños.
Ese era el caso de Evita, quien en 1945 logró que se destruyera su partida de nacimiento original para eliminar esa tacha infamante. Una vez en el gobierno, el peronismo en general y Evita en particular, impulsarían avanzadas leyes antidiscriminatorias para igualar a las mujeres con los varones y a los niños entre sí, sin importar la naturaleza de las relaciones entre sus padres, proyectos que fueron muy resistidos por la oposición, la Iglesia y las Fuerzas Armadas.
Finalmente en 1954, dos años después de su muerte, el peronismo logró sancionar una ley eliminando las discriminaciones más infamantes (hijos adulterinos, sacrílegos, mánceres, naturales, etc.), aunque manteniendo la diferencia entre hijos legítimos e ilegítimos. El propio Perón, con quien se casaría, había sido registrado como «hijo ilegítimo».
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