Cultura | Tesoros porteños
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El arte de honrar la memoria
Este año se cumple el 202° aniversario de la creación del Cementerio de la Recoleta. Visitarlo permite descubrir las mejores bóvedas que honran la memoria de hombres y mujeres ilustres de nuestra historia. Muchas de ellas verdaderas joyas arquitectónicas que nos llevan en un viaje al corazón de la belle époque porteña. Por Mariela Sosa Buenos Aires, 22 de noviembre de 2024. El cementerio de la Recoleta fue inaugurado el 17 de noviembre de 1822 y además de ser el último reposo de figuras ilustres de la cultura, la política y el arte también es una de las mayores muestras de la riqueza arquitectónica de la Ciudad. El 202° aniversario del cementerio de la Recoleta, es una ocasión propicia para descubrir edificaciones que nos devuelven a la belle époque porteña.
Su trazado ha sido testigo del desarrollo de Buenos Aires entre finales del Siglo XIX y principios del XX cuando las familias más adineradas de la ciudad erigieron mausoleos y bóvedas, cada una más elegante que la anterior. Hoy, más de 90 de estas bóvedas han sido declaradas Monumento Histórico Nacional, convirtiéndolo en una de las joyas arquitectónicas más importantes de Buenos Aires.
Atraídas por el auge económico y una creciente epidemia de fiebre amarilla en el sur de la Ciudad, las familias más adineradas de la época se mudaron a la zona y comenzaron a invertir en mausoleos que se convirtieron en símbolos de su estatus social. Entre las bóvedas más impresionantes de Recoleta se destaca la de la familia Leloir, una construcción monumental que alberga los restos de Luis Federico Leloir, Premio Nobel de Química en 1970. Esta bóveda se parece a un templo y está coronada por un templete. Esta fusión entre lujo, arte y tecnología hace de la Bóveda de los Leloir una de las más impactantes y únicas del cementerio. En techo del templete cuenta con un mosaico veneciano que reproduce la figura de un Cristo Redentor.
Otra de las grandes joyas de la Recoleta es la bóveda de la familia López Lecube que guarda una historia curiosa detrás de sus esculturas: dos de ellas fueron esculpidas por la célebre artista Lola Mora, quien se destacó por su audacia y su capacidad para romper con los convencionalismos de la época. Si bien a la artista se le pidió que evitara los desnudos, Mora dejó un pequeño acto de rebeldía: un hombro y un pie de una de las figuras se encuentran al descubierto. Las esculturas de Lola Mora continúan siendo una de las piezas más admiradas del cementerio tanto por su calidad artística como por el espíritu libre de la escultora.
El mausoleo dedicado a la figura de Bartolomé Mitre es otro de los más destacados del cementerio de la Recoleta. Más allá de lo que representa su figura para la historia de nuestro país, la bóveda está ejecutada con mármol y sus esculturas fueron realizadas por Eduardo Rubino, artista italiano de origen turinés. Estas obras de arte representan “La libertad”, “El deber” y “La justicia”. Hoy en su parte superior se encuentra enmarcado entre figuras aladas el nombre del prócer.
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