Política | Argentina y el dólar
26/09
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Refugio, desconfianza y supervivencia
En Argentina, el dólar estadounidense no es solo una moneda extranjera: es un símbolo de estabilidad, una herramienta de ahorro y, para muchos, una obsesión económica. En un país donde la inflación ha sido una constante durante décadas, los argentinos han desarrollado una relación casi visceral con el billete verde. Esta conducta, que puede parecer irracional desde otras latitudes, responde a una lógica profundamente arraigada en la historia económica nacional. El reciente respaldo del Tesoro norteamericano, por eso, les devolvió a muchos una tranquilidad ilusoria, como si eso resolviera los males del país. Por Mateo Salvo Buenos Aires, 26 de setiembre de 2025. La inflación en Argentina no es un fenómeno coyuntural. En 2024, la tasa anual superó el 229%, una cifra que contrasta brutalmente con el promedio de 2.6% en la Unión Europea. Esta dinámica erosiona el poder adquisitivo del peso argentino, genera incertidumbre y dificulta la planificación financiera a largo plazo.
Ante este escenario, el dólar se convierte en un refugio. No solo se utiliza para ahorrar, sino también para fijar precios de inmuebles, contratos de alquiler, operaciones comerciales y hasta regalos de bodas. El fenómeno es tan extendido que muchos argentinos piensan en dólares, aunque cobren en pesos.
Según estimaciones del Banco Central, los argentinos tienen más de 230.000 millones de dólares fuera del sistema financiero formal, ya sea en cajas de seguridad, colchones o cuentas en el exterior. Esto equivale a más de 5.000 dólares por habitante, una cifra que ubica a Argentina entre los países con mayor tenencia de dólares per cápita fuera de Estados Unidos.
Este nivel de dolarización informal es único en el mundo. Ni siquiera países con economías dolarizadas oficialmente, como Ecuador o El Salvador, presentan una tenencia tan elevada en manos privadas fuera del sistema bancario.
Más allá de lo económico, el dólar ha adquirido un valor simbólico. Representa previsibilidad, resguardo y hasta estatus. En un país donde las crisis se repiten cíclicamente, el ahorro en dólares se transmite como una herencia cultural. Padres enseñan a sus hijos a guardar "verdes" para el futuro, y las operaciones inmobiliarias se pactan en esta moneda incluso cuando están prohibidas por ley.
Como señala el economista Martín Tetaz: "El dólar en Argentina no es solo una moneda, es una institución. La gente confía más en él que en cualquier política económica".
Cepos y paralelos
El cepo cambiario, vigente en distintas formas desde hace más de una década, ha incentivado la aparición de un mercado paralelo -el famoso "dólar blue"- donde el tipo de cambio puede duplicar al oficial. Esta brecha genera distorsiones, fomenta la informalidad y complica la competitividad de la economía.
A pesar de los controles, los argentinos siguen encontrando formas de acceder al dólar: plataformas P2P, criptomonedas, remesas, turismo o incluso trueques. La creatividad financiera se ha convertido en una habilidad nacional.
En países con monedas estables, el ahorro en moneda local es la norma. En Alemania, por ejemplo, el euro cumple esa función. En Brasil o México, aunque existe cierta dolarización, no alcanza niveles comparables. En Estados Unidos, el dólar es la moneda de curso legal, pero los ciudadanos no sienten la necesidad de esconderlo bajo el colchón.
La paradoja argentina es que, a pesar de tener una moneda nacional, gran parte de la economía funciona en dólares. Esto genera tensiones macroeconómicas, limita la política monetaria y dificulta la acumulación de reservas por parte del Estado.
La única forma de revertir esta conducta es recuperar la confianza en el peso. Esto implica estabilizar la inflación, garantizar reglas claras y fomentar el ahorro en moneda local. Sin embargo, ese camino es largo y requiere consensos políticos que han sido esquivos.
Mientras tanto, el dólar seguirá siendo el termómetro emocional de los argentinos. Su cotización no solo refleja variables económicas, sino también expectativas, miedos y esperanzas.
Fabricación local de dólares
La alternativa es desarrollar la capacidad endógena de producir dólares en Argentina. Esto implica fortalecer los mecanismos internos que permiten generar divisas genuinas sin depender exclusivamente de deuda externa, asistencia financiera internacional o reservas heredadas. En otras palabras, se trata de que el país pueda "fabricar" sus propios dólares a través de la actividad económica real, exportaciones, inversiones productivas y formalización del ahorro privado.
En el caso argentino, esto incluye:
* Exportaciones de bienes y servicios
* Inversiones extranjeras directas
* Turismo receptivo
* Economía del conocimiento
* Formalización del ahorro en dólares ("dólares del colchón")
Argentina tiene una ventaja estructural en sectores como el agro, la energía y la minería. La soja, el litio, el gas de Vaca Muerta y la carne son productos con demanda global. Según datos del INDEC, en 2024 las exportaciones alcanzaron los USD 67.000 millones, pero las importaciones y pagos de deuda externa limitaron el superávit comercial. Aumentar el valor agregado de las exportaciones es clave para mejorar esta ecuación.
Argentina es líder regional en software, servicios digitales, diseño y consultoría. Estos sectores generan ingresos en dólares sin necesidad de grandes inversiones físicas. En 2023, el país exportó más de USD 7.000 millones en servicios basados en conocimiento.
También hay que considerar el turismo. Cada turista extranjero que visita Argentina trae dólares. En 2024, el turismo generó más de USD 5.000 millones, según cifras del Ministerio de Turismo. Buenos Aires, con su oferta cultural, gastronómica y hospitalaria, es un imán para visitantes de todo el mundo. Mejorar la conectividad aérea, la seguridad y la infraestructura turística puede convertir al turismo en una fuente más robusta de divisas.
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