Política | 17 de octubre de 1945

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El nacimiento de una lealtad popular

El 17 de octubre de 1945 es una de las fechas más emblemáticas de la historia política argentina. Ese día, miles de trabajadores se movilizaron espontáneamente hacia la Plaza de Mayo para exigir la liberación de Juan Domingo Perón, entonces vicepresidente y secretario de Trabajo y Previsión, detenido por sectores militares que veían con recelo su creciente vínculo con el movimiento obrero. Por Mailén González Buenos Aires, 17 de octubre de 2025. La jornada marcó el surgimiento del peronismo como fuerza política y social, y quedó consagrada como el Día de la Lealtad, símbolo del pacto entre Perón y los sectores populares. La movilización del 17 de octubre no fue solo una protesta: fue una irrupción inédita de los trabajadores en el escenario político nacional. Provenientes de barrios obreros e industriales como Berisso, Avellaneda y La Boca, los manifestantes desbordaron las calles y obligaron al gobierno de facto a liberar a Perón. Desde el balcón de la Casa Rosada, el coronel agradeció la lealtad del pueblo y consolidó un vínculo que redefiniría la política argentina.

El peronismo, nacido de esa jornada, se estructuró sobre tres pilares: justicia social, independencia económica y soberanía política. Las políticas laborales, los derechos sociales y la ampliación de la ciudadanía marcaron un antes y un después en la relación entre el Estado y los sectores populares. 

Ese legado sufrió diversos avatares en el trascurso de las décadas, marcado por el desencuentro reciente entre las expectativas de ascenso social y desarrollo nacional de las mayorías y los logros de los últimos gobiernos de signo peronista. Si Kirchner significó la reconstrucción de una sociedad fuertemente dañada por el colapso del experimento neoliberal del menemismo que De la Rúa no supo conjurar, la presidencia de Alberto Fernández desilusionó a muchos que sólo saben del primer peronismo por los libros de historia, cuando los leen.

La disputa actual

En la Argentina actual, bajo la presidencia de Javier Milei, el legado del 17 de octubre se encuentra en tensión. El mandatario ha expresado públicamente su rechazo a la justicia social, calificándola como una "aberración" que contradice los principios del liberalismo económico. Su gobierno impulsa una agenda de ajuste fiscal, desregulación del mercado y reducción del rol del Estado en áreas clave como salud, educación y protección social.

Este enfoque representa una ruptura con el ideario peronista, que históricamente ha defendido la intervención estatal para garantizar derechos y equidad. En este contexto, el 17 de octubre adquiere una nueva dimensión: ya no solo se recuerda como el nacimiento del peronismo, sino como una trinchera simbólica, desde la cual se reivindican los derechos conquistados por los trabajadores.

La crisis social, económica y política del país, la misma que posibilitó el surgimiento de Javier Milei como alternativa democrática, profundizada por su mala gestión y los escándalos de corrupción que lo atraviesan, deja a muchos argentinos nuevamente sin representación y defraudados por el sistema político. El ausentismo electoral que se viene registrando este año en las elecciones de medio término es un reflejo de ese desencanto.
 
Una fecha que sigue latiendo

Cada año, el Día de la Lealtad convoca a miles de personas en actos, marchas y reflexiones. Para muchos, es una jornada de memoria activa, que interpela el presente y proyecta el futuro. También al interior del peronismo se debate la significación actual del carácter socialmente transformador del movimiento que tuvo su bautismo de masas el 17 de octubre de 1945. La recuperación de su fuerza "revolucionaria", al decir de Eva Perón, o su reconversión en una fuerza socialdemócrata. parte de un sistema liberal democrático, son las diferentes miradas que se manifiestan.   

En tiempos de ajuste y desregulación, y de subordinación absoluta a los intereses geoestratégicos de una potencia, el 17 de octubre se resignifica como un llamado a defender la dignidad, la organización popular y el derecho a una vida justa, además de nuestra soberanía nacional. Sobre todo, en un mundo en el que la posibilidad de desarrollo autónomo basado en los propios recursos de los argentinos y de soberanía plenamente ejercida en todo el ámbito nacional, terrestre y marítimo, continental e insular, americano y antártico, está amenazado y condicionado por el accionar de potencias centrales, una de las cuales sigue ocupando ilegalmente por la fuerza parte del mismo.

No es casual que los mismos que abjuran de la justicia social como una "aberración", quieran olvidar la reivindicación de Malvinas, prefieran hacer negocios con los ingleses o viven al Rey de España. A contramano del peronismo como expresión del nacionalismo popular, los llamados "libertarios" solo reconocen como patria al dinero y repudian todo lo que sea popular. Denunciaron a una supuesta "casta" para tratar de destruir el Estado por dentro, mientras que, de paso, se enriquecen saqueando los recursos públicos. El pueblo argentino ya comenzó a darse cuenta de esa impostura y sus consecuencias se reflejarán en las próximas elecciones. 
 
En definitiva, el 17 de octubre no es solo una fecha del calendario: es una marca indeleble en la historia argentina, que sigue generando pasiones, debates y movilizaciones. Su legado vive en cada trabajador que alza la voz, en cada sindicato que resiste, y en cada ciudadano que cree que la justicia social no es un privilegio, sino un derecho.


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